Dentro de muy poco me voy a mudar a un nuevo departamento, así que decidí aprovechar este momento tan importante en mi vida para deshacerme de todo aquello que ya no necesito.
Cuando uno tiene espacio, es fácil empezar a acumular cosas que realmente no necesita, hasta olvidar por completo que están allí. Ropa, libros, artículos de librería, recuerdos, cartas y prácticamente cualquier cosa que en su momento haya sido importante o que hayamos pensado que en el futuro nos podía servir. Si se están por mudar, este momento es ideal para hacer una limpieza a fondo.
Lo primero que hay que hacer es tener una mentalidad lo más objetiva posible. Lo que creíamos que íbamos a necesitar en algún momento y finalmente nunca pasó, tiene que irse. Lo mismo con aquellos ítems que hace mucho que no usamos: lo que está en nuestros estantes juntando polvo, puede servirle mucho a otras personas.
Los recuerdos o souvenirs, según qué tan sentimental sea cada uno, pueden ser lo más difícil de abandonar. A mi me sirve pensar que no son las cosas sino las memorias y los sentimientos los que quedan, y entonces los objetos materiales pierden importancia. Quedarse con alguna u otra cosita está bien, pero que el pasado no sea una parte tan grande de nuestras vidas que le reste lugar al presente y al futuro.
Una buena idea es empezar con este proceso de limpieza antes de embalar. Ir repasando, de a poco, estanterías, armarios, cajones, y sacar de ahí lo que no nos vamos a llevar con nosotros, e ir poniéndolo en una caja especial para regalar, vender, o tirar según el caso. Si hacemos esto, el día de poner todo en las cajas, lo vamos a hacer más rápido porque no tendremos que seleccionar qué llevar y qué no.